Reloj de amor

Reloj de amor

domingo, 4 de abril de 2010

CAPITULO 2

Un jardín lleno de árboles y plantas. Escucho el agua y ante mis ojos aparece una fuente. Al pie de ella hay una sombra, un cuerpo delgado tapado con una capa. Mira en dirección a la fuente y tiene las manos unidas, como si estuviera rezando. Llamo a esa persona pero no escucho ni mi propia voz. Se vuelve y me mira como si ella si que me hubiera oído. Pero no veo su rostro. ¿Es una mujer? Como si me leyera el pensamiento se baja la capucha y la observo. Sí, es una mujer y es igualita a mi. Tiene los ojos anegados en lágrimas y me mira esperando algo. Su pelo está completamente hecho tirabuzones al contrario que el mio, que es enteramente liso. Pero soy yo. Es mi rostro.

-Recuerda .–me dice. ¿Es mi voz o la suya?- Recuerda quién eres.




Abro los ojos. Y lo primero que siento son sus labios sobre los míos. Me quedo paralizada analizando la situación. Estoy tumbada en el banco de antes y me sujeta entre sus brazos. Él se percata de que estoy consciente y se separa apenas unos centímetros.

-¿Lo has recordado ya? –me dice en un susurro.

Me viene a la cabeza el sueño que acabo de tener. “ Recuerda quién eres”

Vuelvo inmediatamente a la actualidad. Alzo una mano casi instantáneamente pero él la alcanza antes de que lo golpeé.

-¡Qué te has creído! – le grito. Intento levantarme pero algo me lo impide. Mi cabeza acaba de nuevo sobre su regazo.

-Ya veo que no.- suspira y parece agotado.- Tanto esfuerzo para nada.

-¿De qué estas hablando? .-le hablo molesta. Los dolores han desaparecido pero soy incapaz de moverme.

Me mira a los ojos. Sus ojos azules me taladran.

-Necesito que recuerdes Elisa...

Lo miro largos segundos. No tengo ni idea de a que se refiere. Todo esto es muy extraño. Ese sueño, las pesadillas y ahora este chico. ¿el mundo se ha vuelto loco o qué? Es mi primer día de clase y ya me están pasando cosas extrañas. Sólo me podía pasar a mí.

-¿Que recuerde el qué? ¿ A qué te refieres?

Resopla pesadamente. Alza la cabeza y mira en dirección a la puerta principal del patio, por la que acaba de pasar el director. Se acerca a nosotros apresuradamente.

Me incorporo ruborizada y me sorprendo al comprobar que ahora mi cuerpo responde a mis movimientos sin ninguna dificultad. ¿Lo ha hecho él?

Miro al chico interrogante pero él observa al director. Es un hombre alto, de unos 30 años (demasiado joven en mi opinión) y pelo negro. Tiene un cuerpo esbelto que se ajusta al traje negro que lleva, conjuntado con un par de zapatos. Sus ojos grises están fijos en nosotros y siento un escalofrío recorrerme cuando me mira a mí.

-Por ser el primer día os vais a librar de un castigo por estar fuera de clase.- nos dice serio

-Perdone, pero se encontraba mal y la he acompañado aquí afuera para tomar el aire.- dice mi acompañante antes de que yo pudiese responder.

-Si se encuentra mal la llevas a la enfermería , que para eso está.

-De acuerdo, perdone.

El director se cruza de brazos y me mira.

-¿ Estás ya bien?

Asiento.

-A clase pues.-nos ordena.

Entramos en clase sin dirigirnos la palabra y encontramos al profesor pasando lista. ¿Cómo es que no lo hemos visto atravesar el patio para entrar a la clase? No hay otro camino ya que la única puerta del aula está en el patio. Habrá pasado cuando estaba inconsciente.

­- Venga, venga, sentaros.

Ocupo mi sitio al lado de la ventana. Alguien toca mi hombro desde detrás. Me giro.

-¿ Qué quieres ahora? –le contesto molesta.

-A las 5 en la fuente de la plaza. Tengo que hablar contigo.- su voz suena suplicante pero estoy demasiado confusa como para darme cuenta.

-Pues es una lástima porque yo no quiero.- me vuelvo hacia delante, dando por terminada la conversación.

Lo escucho echar el cuerpo hacia delante, apoyándose en el pupitre. Siento como se acerca a mi oído y me susurra:

-Te haré recordar todo... sabrás quién eras antes. Estás angustiada, sé cómo te sientes. Yo también pasé por eso pero te prometo....te juro que todo saldrá bien.

-Sé quien soy. – murmuro sin mirarlo.- Soy Elisa. Tengo 17 años, me he mudado a esta ciudad por motivos de trabajo de mi padre y este es mi primer dia en el instituto nuevo y te agradecería que dejases de llenarme la cabeza de cosas absurdas y sin sentido.

Suspiro y él parece pensar sus palabras antes de contestarme.

- Yo soy Max, tengo 18 años y he vivido aquí toda mi vida. Vivo con mi madre en una casa de las afueras - hace una pausa y pienso que es una vida de lo más corriente.- pero soy la reencarnación de un príncipe que vivía en un mundo paralelo a la tierra, hace más de 500 años. Poseedor de una espada legendaria y poderosa, con magia corriendo por sus venas y enamorado locamente de una chica...una princesa que murió para salvar a su reino... y esa princesa, eres tú.

sábado, 3 de abril de 2010

CAPITULO 1

El aire aún cálido me llega a través de la ventana. Ya se nota el final del verano y me entristezco al pensar que empieza un nuevo curso. Empiezan las madrugadas y los exámenes. ¿Qué se le va a hacer? La vida es así.Y con que rapidez pasa todo...Miro mi nuevo uniforme de camisa blanca y falda azul oscuro. Muy normal. Alzo la mirada y observo desde mi sitio los que serán mis compañeros a partir de ahora. Hablan sin percartarse de que alguien los mira. Algunos se conocen, otros se están conociendo ahora. Yo, no conozco a nadie. Podría hacer como ellos e intentar hablar con alguien. Nunca he sido una chica tímida pero estoy demasiado cansada y sumida en mis pensamientos. Las dichosas pesadillas no me dejan dormir bien y estoy a punto de caer en el pupitre, y en cuanto lo haga, cerraré los ojos y no podré volver a abrirlos. Aún así dudo que pueda hechar un rato de sueño.
-¿Estás bien?
Me vuelvo hacia atrás, para ver quién es el propietario de la voz y me encuentro mirando a unos ojos azules como el mar. Entonces siento algo, algo que se agita en mi interior.
- Sí, creo que sí.-sonrío
-Pareces cansada.-me dice el chico.
-Un poco la verdad, no duermo bien últimamente.
-Deberías ir a un médico. Tienes mala cara.
¿Tan mal estaba? Giro la cabeza hacia la ventana de al lado y me miro en el reflejo del cristal. Era cierto. Mi cara estaba blanca, parecía a punto de desmayarme y no me había dado cuenta de lo mucho que sudaba.
-Vaya.- murmuro.- Tienes razón, no tengo muy buena cara.
-¿Quieres tomar el aire?- él ya estaba junto a mí.
Asiento y me levanto de la silla con su ayuda. Me pasa el brazo por la cintura y salimos de la clase, no sin antes sentir algunas miradas curiosas centrarse en nosotros. Al sentarme en un banco de fuera puedo verlo mejor. Es un muchacho alto y delgado, espalda ancha. Sus ojos azules casi están tapados por un alborotado fleco rubio. Está de rodillas en frente de mí, apártandome el pelo sudoroso de la cara. Me sumerjo en sus ojos, del mismo color que las aguas del océano más profundo. Algo me dice, que he visto esos ojos en alguna otra parte." Max"
Doy un respingo. Ese pensamiento no ha sido mío.
-¿Estás mejor?- me pregunta
Pero oigo su voz desde lejos. La visión se me nubla. Mi corazón late alocadamente. La cabeza me da pinchazos de dolor. Siento que me caigo pero él me sujeta. ¿Qué está pasando?
-¿Cómo te llamas?- le digo con voz débil
-Deberías saberlo, Elisabeth
-No soy Elisabeth...soy Elisa, a secas
Entonces, pierdo el conocimiento.